Como la globalización y la urbanización, la “digitalización” ya ha cambiado el mundo. La rápida proliferación de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) es una fuerza imparable que afecta prácticamente a todas las esferas de la vida moderna, desde las economías a las sociedades y las culturas… y a la vida cotidiana.
En la actualidad, el uso de dispositivos digitales se ha vuelto cada vez más común en la vida cotidiana de los niños. Sin embargo, es importante tener en cuenta los posibles efectos negativos que el uso excesivo de estos dispositivos puede tener en su desarrollo.
Los dispositivos electrónicos –celulares, computadoras, tablets- pueden ser aliados para que las infancias utilicen en momentos como vacaciones, traslados en auto o esperas en consultorios médicos; incluso, en plena pandemia del coronavirus, fueron el medio que permitió sostener procesos de enseñanza y socialización. Pero su uso cotidiano presenta un dilema difícil de resolver para muchas personas: ¿qué tan recomendable es utilizar tecnología y pantallas en edades tempranas? ¿Cuáles son los efectos de esa exposición? Así como antes las generaciones más viejas se criaban con libros, las infancias de ahora se crían con tecnología. Es parte de la cultura. Cuando las infancias actuales lleguen a la adultez cambiará nuevamente la tecnología, vendrán nuevos medios, pero hoy el desafío es enseñar y guiar a las infancias a apropiarse de la tecnología de un modo que sea constructivo y no alienante.
Diversos organismos de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), emitieron recomendaciones sobre el uso de estas herramientas para edades tempranas. En línea con las recomendaciones de la SAP, sabemos que no es conveniente un uso cotidiano de las pantallas en niños menores de 2 años. No solo por cuestiones psicosociales y lingüísticas, sino de desarrollo motor y general de los chicos, y especialmente por el desarrollo neurológico, que puede verse afectado. A partir de los 24 meses, se recomienda que los niños pequeños usen la pantalla acompañados por algún adulto. No hay pantalla interactiva que suplante la interacción entre seres humanos. Está ampliamente demostrado que el uso educativo de las pantallas tan en auge, que es muy bueno, no suplanta lo analógico o a los materiales concretos, sino que viene a complementarlos. En síntesis, el desarrollo y la apropiación de tecnologías es un proceso en permanente construcción, que requiere de constantes actualizaciones.
Actualmente, los especialistas enfatizan la necesidad de supervisar la calidad del contenido y el contexto en que las infancias emplean estas herramientas y no sólo el tiempo de uso. Se destaca, fundamentalmente, la guía adulta como elemento clave para regular el acceso y evitar la exposición a contenidos inapropiados.
En múltiples investigaciones se sugiere que la exposición temprana y prolongada a medios electrónicos está asociada con un mayor riesgo de tener síntomas psicofísicos, en especial con problemas relacionados al aislamiento social, alteraciones de la atención e hiperactividad, del sueño, trastornos de ansiedad y depresión. Además comprueban que una elevada exposición a la televisión de fondo en menores de 5 años reduce la cantidad y la calidad de las interacciones entre el niño/a y sus cuidadores y desplaza el tiempo de juego, esto afecta negativamente el uso y la adquisición del lenguaje, la atención, el desarrollo cognitivo y de las funciones ejecutivas.
La Sociedad Argentina de Pediatría desde el año 2018 aconseja:
- Antes de los 2 años, se desaconseja la exposición a todo tipo de pantallas, debido al estado de inmadurez del sistema nervioso central y del aparato psíquico.
- Entre 2 y 5 años, recomienda un máximo de entre media y una hora de pantallas de entretenimiento por día. Acompañados por un adulto, que pueda decodificar los estímulos, seleccionar e interpretar los contenidos.
- Entre los 5 y los 12 años, el tiempo máximo de uso de pantallas con fines de entretenimiento recomendado se extiende a una hora y media, preferentemente con compañía adulta.
- Adolescentes, poseen independencia en el consumo de contenidos en línea, generan e intercambian información, buscan grupos de pertenencia de acuerdo a sus emociones, necesidades e intereses. Transitan una etapa de mayor vulnerabilidad.
Los adultos deben involucrarse y educarlos acerca del derecho a la privacidad y la prevención de riesgos como cyberbullying, grooming, retos peligrosos, alteraciones de la percepción de su imagen, comportamientos problemáticos, exposición a contenidos inapropiados, falsos, patrocinados y/o extremos.
En 2020, la Sociedad Argentina de Pediatría aclaró que estas recomendaciones toman en cuenta el uso recreativo y no educativo que se potenció durante la pandemia por COVID.
Consejos para el uso saludable de dispositivos
- No se sienta presionado a ofrecer la tecnología tempranamente. Los dispositivos digitales están diseñados para ser usados de forma intuitiva y los niños/as lo aprenderán rápidamente.
- Establezca límites coherentes acerca de las horas de uso de las pantallas, así como en los tipos de pantallas utilizadas.
- Priorice la selección de los contenidos y comparta el tiempo de uso, para que utilicen los dispositivos con la finalidad de aprender, ser creativos y compartir estas experiencias con su familia.
- Evite el uso de dispositivos o pantallas durante 1 hora antes de acostarse y la presencia de dispositivos en sus dormitorios.
- Desaliente la multitarea, evite los contenidos de entretenimiento mientras realiza las tareas escolares.
- Establezca zonas libres de pantallas en los hogares. Planifique encuentros familiares sin el uso de dispositivos tecnológicos.
- Evite su uso durante las comidas principales.
- Coloque los dispositivos en lugares de uso común.
- Participe en actividades familiares que promuevan el bienestar, como deportes, lectura y encuentros sociales.
- Sea su ejemplo. Apague o silencie sus dispositivos durante los momentos en familia.
- Es importante tener en cuenta los riesgos de acuerdo a patrones de consumo y sus consecuencias: sobrepeso, obesidad, alteraciones del sueño, afecciones psicológicas, irritabilidad, poca tolerancia a la frustración, alteraciones cognitivas, de la memoria y la atención, hiperactividad, bajo rendimiento académico y comportamientos problemáticos.
- Preste atención a la falta de control sobre el tiempo, la duración y el contexto del uso, si establece la prioridad de esta actividad sobre otros intereses vitales y otras actividades de la vida diaria como el sueño, la alimentación, el aseo, etc.
- Hable con sus niños/as y adolescentes sobre la ciudadanía digital y su seguridad en internet. Incluye la concientización sobre las huellas que dejan en línea (son indelebles), definen su identidad digital y su reputación.
No cabe duda de que el futuro de un número cada vez mayor de niños estará cada vez más influenciado por la tecnología digital. Los niños ya representan un porcentaje considerable de la población mundial en red, y su participación solo aumentará en un futuro próximo, ya que la penetración de internet se extiende cada vez más a las regiones donde crece con mayor rapidez la proporción de niños y jóvenes. Todos ellos tendrán a su disposición más dispositivos digitales y plataformas en línea. Las TIC continuarán configurando la vida de los niños, para bien o para mal, del mismo modo que tecnologías emergentes como el internet de las cosas y la inteligencia artificial contribuyen a transformar el panorama digital a escala mundial.
Por ellos, es fundamental, que aprendan: a tratar a los demás con respeto en sus interacciones en línea, a evitar y reconocer el acoso cibernético y el sexting, a no interactuar con extraños y a preservar la privacidad propia y la de terceros. Ofrezca un espacio de confianza y de diálogo para que pueda solicitar ayuda en caso de estar expuesto a situaciones de riesgo.
Es importante que los cuidadores puedan informarse y alfabetizarse para poder acompañar a las infancias a lograr paulatinamente la autonomía y a adquirir las habilidades de uso crítico y saludable.
Fuentes: Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) | CONICET | UNICEF